viernes, 8 de agosto de 2008

LA MAGIA DE LOS LIBROS

Leo, y no está mal decirlo de una vez, desde que tengo memoria. Leo porque me resulta mejor que no hacerlo. Leo porque no puedo no leer. Leo por hábito aquello que me obligan leer. Pero aquello que tomo por mi propia cuenta, lo leo porque cada buena lectura me ha dado motivos más fuertes para seguir haciéndolo.Dicen los carteles que leer es una aventura, y que nadie debiera perderse dicha experiencia. Pero… ¿cómo empezamos a leer?Hay que recordar en primer lugar, el papel de la escuela, de la educación primaria. En ella nos muestran las bases para adquirir la lectura. Intentan atraer nuestra atención por medio de libros de tela, "blanditos", para que los niños puedan estrujarlos; por medio de libros bellísimamente ilustrados, sin letras; o con palabras gigantescas; con colores; libros que describen el mundo real o van construyendo uno imaginario.

Desafortunadamente, la literatura que triunfa actualmente es fácil de leer y poco fatigosa, ya que la gente lee para matar el rato, y más que libros, se inclina por periódicos y revistas.
Y es triste pensar que todavía queda gente que sigue creyendo que existen infinidad de actividades más excitantes que la lectura.

En nuestra sociedad de hoy en día, el valor de los libros y los cuentos se ha ido perdiendo con el paso del tiempo, y la gente que antes invertía su tiempo introduciéndose en historias que sólo los libros eran capaces de ofrecer, ahora se pasan las horas navegando en Internet o, simplemente, viendo la televisión. Pero mantengo la ilusión, de que una pequeña parte del mundo, siga creyendo en la magia de los libros; crea que la lectura es lugar de encuentro, de coincidencia; algo que nos revela el relámpago del significado, la noche abierta del sentido, que nos ayuda a entrar en uno mismo a través del seguimiento de una serie de palabras que poco a poco van cobrando sentido.

A través de la lectura de esas palabras, de los gestos, de la incomodidad ante cierta mirada, de un recuerdo, de una imagen entrañable…de aquella frase que todavía insiste en desenchufarnos del mundo como por arte de magia.

Los libros no deben llegar a los niños sino que son los niños los que tienen que llegar a los libros. Por curiosidad, por placer, por interés especial…porque sí. Porque todos en esta vida hemos sentido alguna vez que éramos como príncipes, que alquilaban un piso en un castillo de arena, y sería una pena que esa sensación se perdiera.

La lectura, es la llave mágica de ese castillo, y por tanto, del conocimiento. USÉMOSLA.

Teresa Rivasés Lacruz

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